Ya bastante tristeza
entre las palabras,
entre esas que cuelgan,
de las paredes, de los muros,
de las mamposterías rellenas
de huecos impuros de tesón
y ruido, de alegría por el anonimato
que en fin, nunca quisiste.
Hacerte el alegre, el dichoso,
pasear con cara de idiota
por el mundo y por las calles,
tener el cuidado preciso
de no acabar en el desamparo
más absoluto y delirante?
No, tú no estás hecho para eso.
En cambio, las lágrimas, siempre
te atañen. ©