Era la tierra árida, seca y siendo la tierra más seca agrietó la tierra para dejar salir lo que era un tesoro perdido. Borisov un joven arqueólogo descubre que el tesoro perdido lleva más de medio siglo enterrado allí, casi mirando el horizonte. El cofre lleno de oropeles, de desafíos, de bisutería y de artillería enchapados en oro. Si en el cofre tenía de todo y hasta piedras preciosas. Era un cofre bastante viejo y con demasiado renombre de piedras preciosas, las cuales, lo que dejaron fue un gran dolor de cabeza y para quién las tendría. Y se le llamó el tesoro perdido, el cual, se esforzó en verdad en ser un cofre lleno de oropeles, pero, ya estaba demasiado viejo. Cuando ni las estanterías lo querían yá. Si había pasado más de medio siglo, cuando el Capitán Huro lo enterró en las costas del oceáno Pacífico. Si en el mal ánimo de Borisov arqueólogo de la arqueología y estudios de hace más de tres siglos atrás, cuando Borisov tomó las riendas hacia el estudio de ese cofre lleno de oropeles viejos y lleno de un moho oxidado, el cual, le tomó varios días en estudiar el caso. Borisov, un ruso arqueólogo, que en la cual, arqueología le llamó la atención estudiar cuando apenas tenía veinte años, pero, que le ha dado mucho en la vida. Si Borisov el ruso con más estudios en la arqueología, sólo le dió un temor horroroso en saber más de la cuenta cuando el capitán Huro, sólo perseguía de cerca a ese cofre de oropeles, desde que murió en el oceáno pacífico dejando su cofre salvaguardado. Si el capitán Huro, era el más duro, el más diestro y el más exacto, a favor de llevar su carga hacia el otro extremo del oceáno.
Si cuando Borisov se llenó de ideas nuevas cuando en la mayor arqueología quiso estudiar a mayor consecuencia sin saber ni sospechar nada del capitán Huro, que aún lo perseguía con más ímpetu hacia su destino que era el cofre de oropeles. Cuando en el embargo y sin embargo el cofre lleno de oropeles se llenó de una sola arqueología en estudiar a ese cofre. Borisov toma nota de lo que traía ese cofre de oropeles y con las medidas y tan exactas de esas canastas llenas de oropeles y del bueno. La tierra árida y tan seca sin ser humedecida o fértil, se dejó agrietar por la resequedad que poseía y desde una estantería ni se podía creer en la posibilidad de tener esa bisutería en ella. Cuando en la tierra infertil y llena de gusanos y llena de un cofre que poseía la mismísima tierra infértil, se llenó de oropeles viejos de hace más de medio siglo que tenía como tiempo estipulado en creer de que había sido enterrado por el capitán Huro, el cual, lo persigue desde ultratumba. Cuando el capitán Huro, juró que obtendría esa carga del cofre en oropeles no a su deriva sino entre sus propias manos. Cuando al acecho de todo y sin nada más que el cofre de hace más de medio siglo, se vió inalterado el deseo de poder investigar lo acontecido entre lo que más se busca entre el deseo y la iniquidad vacua, cuando en el embargue de todo y de nada se dió la espera y tan insospechada de nada y del tiempo aquel y del tormento que le dejó la vil muerte al capitán Huro del cofre de oropeles. Cuando en el trance del percance atraído y atrevido de creer en el cofre lleno de oropeles, se vió la razón perdida, pues, algo le dejó mucho sabiduría, pero, le quitó media razón a Borisov, el ruso arqueólogo que labora para la transmisión de la cadena sueca de Europa llamada La Cadena Investigativa del Mundo. Cuando de pronto cayó en detención y redención lo que el tiempo detuvo a un cofre lleno del tesoro perdido de oropeles. Si cuando Borisov cayó perdido en el desenlace de poder investigar el cofre lleno de oropeles como tesoro perdido, se vió aceptando la débil desconfianza que le quedó al ser un investigador capaz de ver lo que nadie podía ver.
Cuando el ruso y el arqueólogo investigador Borisov, sólo se llevó la gran sorpresa en querer entregar lo descubierto por él mismo. Si el tesoro perdido sólo se halló desesperadamente perdido, cuando en el instinto de Borisov, quedó todo al descubierto por investigar el tesoro perdido. Cuando el tesoro perdido era un ayer tan trascendental y tan remoto como las piedras preciosas o como la bisutería que llevaba en el cofre de oropeles, del capitán Huro. El cofre muy enterrado en la tierra árida, y por demás, era por un cofre lleno de valores y muy viejo.
Y el capitán Huro, persiguiendo su cofre de oropeles en la tierra árida. Cuando más se acercó al cofre, pero, lo perdió y todo porque Borisov lo tomó como arqueólogo y más como un diestro investigador. Y Borisov el arqueólogo ruso y más que eso un investigador muy capaz en la exploración de cofres y más de oropeles. Cuando, al fin y al cabo, se descubre la fantasiosa sensación de saber que el resultado era como lo más siniestro y lo más cálido de todo un sol dejando ver el cofre entre la tierra más seca y más árida cerca de esa playa mirando y observando el horizonte. Cuando en el embate de perseguir un sólo deseo y tan rico como ese cofre de oropeles, si era el capitán Huro, el que lo persigue y con tanto ahínco, pues, él sólo lo quería de vuelta a sus manos de pirata. Cuando, de repente, se vió aterrorizado de espantos y tan inocuos, cuando en el final y en el mal desenlace, se vió atormentado de fríos y de escalofríos, cuando en ese cofre halló la más vil muerte. Y Borisov, sólo no se percató de todo el mal que corría con tan sólo investigar ese cofre de oropeles. Y lo vió y lo investigó, cuando, al fin y al cabo, se dió el más frío de los fríos, cuando se vió aterrado y entre dos cosas más perenne si entre el sol y el cofre le dió más brillo del que tenía. Cuando en el embate de creer en la ilusión se debió de aterrar la forma de ver el sol en ese cofre lleno de oropeles.
Y el capitán Huro, molesto e irritado se vió altercado entre dos cosas o más, entre ese sol y el cofre de oropeles. Cuando en el final o en el mal desenlace se vió horrorizado por el tiempo y más por el embate de creer en el mal desenfreno, y de un mal combate en creer que el cofre tenía algún valor todavía, pero, no era bisutería, canastas de oropeles y de un oro fantasioso, con algunas piedras preciosas como diamantes de aquella época en que más vivió el capitán Huro. Si cuando el capitán Huro combatió en contra y a favor de los piratas de aquella época, sólo se vió huido en cada mar perdido en aquel océano del Pacífico. Cuando en el oceáno Pacífico se vió enfrascado la batalla de un combatiente y de unos piratas. Cuando en el ocaso frío se vió aterrado el mal desenfreno de un tal veneno que en cada vida se dió el escalofrío y tan delirante como el haber descubierto el cofre de oropeles del capitán Huro.
Y Borisov casi muerto, casi moribundo, por descubrir uen un sólo instante el cofre de oropeles, pero, tomó más notas históricas y de una prehistoria casi trascendental y tan transparente como el haber sido descubierto e investigado por arqueólogo Borisov. Cuando en el instante en que Borisov recibe el cofre descubierto en la tierra más árida, se sintió suave y delicado, pero, con un olor a muerte por el metal en oropel, pero, lo investigó, sólo sintió escalofríos y una alergia nasal devastada por todo ese tiempo en que el cofre estaba enterrado. Si Borisov el arqueólogo investigativo sólo se debió al frío y al escaso invierno en que se halló sólo investigando el cofre de oropeles. Cuando en el tiempo, sólo en el tiempo, sólo se dió un desafío muerto en poder investigar lo que traía el cofre de oropeles del capitán Huro. Cuando en el embate de creer en el cofre de oropeles, él, el capitán Huro, lo vela y lo vigila desde muy cerca, y cuando lo extraen de la tierra árida, sólo se le llenó los ojos de pura riqueza, aunque esté en otros tiempos históricos. Si cuando él, Borisov, el arqueólogo e investigador de la prehistoria, se dedicó en forma adyacente, la penuria insolvente de creer en el mal y en la crueldad de creer que el cofre valía lo mismo y sólo era un valor histórico, y no tenía mucho valor monetario como lo que peleó el capitán Huro en el oceáno Pacífico hace exactamente tenía más de medio siglo.
Si el capitán Huro, lo seguía y lo perseguía callado, como desde ultratumba, en silencio y al compás de la eternidad en su pobre, pero, rico corazón.
Continuará……………………………………………………………………………………….