Por el año ochenta y cinco
del siglo apenas pasado,
cuatro amigas se encontraron
en Ciudad de Mar del Plata
para disfrutar su encanto,
en sus playas... junto al mar.
Mas resulta que una noche
quisieron ir a bailar
y una de ellas no animada
dijo no sentirse bien,
y se quedó descansando
no anotándose en tal tren.
Las amigas se marcharon
y en mitad de su camino
una recordó un olvido
y de inmediato volvió,
al llegar la puerta abrió
y oscuridad la envolvió.
Pero la luz no prendió
tomando a ciegas sus cosas,
volviendo con las amigas
y cumpliendo el objetivo
de divertirse esa noche
y volver con el abrigo.
Estaba ya amaneciendo
y al arribar a la casa
una verdad muy ingrata
les reveló algo espantoso,
la joven sobre una cama
muerta... y con ojos abiertos.
Y pintado en la pared
con un labial carmesí:
¡Muchas gracias Ji Ji Ji,
por no hacer clic en la luz!
Azoradas y temblando
quedaron por dicha cruz.
Muchos discuten la base
en que el Indio se inspiró,
para esta composición;
mas cierto es que no la asume
pues un éxito tan grande
no es bueno trate de un crimen.
Jorge Horacio Richino
Copyright