¿Qué hay entre tus piernas
para mí amor mío?
en sus lácteas anemonas salvajes
y en las odaliscas de tu melancólico ombligo.
¿Qué hay para mí amor mío,
en el fuelle de tus ardientes pechos?
en sus aureolas de subversiva calma;
en las maduras Magdalenas
que se desnudan en la cruz de tus pezones.
¡Ah siniestra mía…!
Hoguera y sangre santa
en la cal somnolienta de mis huesos…
Amo lo que fluye y precipita de tu lengua;
tus eróticos tobillos;
las melancólicas garzas de tu cuello;
ese grito de libertad;
dormido entre tus senos.
Amo, amo, amo locamente…
la palabra que transita en tu cintura
y esa luz, que navega bajo tus párpados de ninfa.
Amo, desquiciadamente…
la viscosa marejada de tu lira;
en la cruz urgente de mis labios…
¡Ah… dos cuerpos
traspasándose en el santísimo sepulcro
de la piel…!
fusilándose a mordisco la lengua y los labios;
ahogándose en los sacros humedales del placer.
Remachados, clavados al santo sudario del gemido.
Dos llamas anfibias revolcándose
en las llanuras de la cama, de las sombras…
naufragando en sus aguadas frutales.
Presa y red, entre la salvaje flama de los vientres
y la abnegada paciencia de la misma muerte.