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**~Novela Corta - Tesoro Perdido - Parte II~**

Y aunque no se pueda creer más en el desastre que el cofre había enfermado a Borisov, en vez de dar una noticia tan prehistórica, como el haber hallado ese cofre de oropeles de hace más de medio siglo. Cuando en el tiempo, y más en el tiempo, era una noticia vanguardista y de extrema extremista noticia cuando en el cofre era lo que era un cofre lleno de riquezas después de la  prehistoria. Cuando, al fin y al cabo, todo salió en televisiva la noticia del hallazgo arqueológico de ese cofre de oropeles. Cuando él, Borisov, no había mandado aún hacer descubierto el hallazgo y hacerlo más que público. El nombre de la cadena, para la cuál, él, Borisov, labora es “La Cadena Investigativa del Mundo”, la cual, como anticipo o primicia, adelantaron una reseña y sin permiso de él, de Borisov, el cual, estaba convaleciente y enfermo por haber hallado el cofre de oropeles, el cual, le dañó en salud con una alergia nasal por tomar las medidas exactas de todo lo que había allí, en el cofre de oropeles. Cuando en el suburbio autónomo de la verdad, quien se adelantó fue el capitán Huro, desde ultratumba, cuando en el desastre de ver el cielo lleno de oro sólo se intensificó en saber que eran los ojos llenos de riquezas del capitán Huro. Y persigue a Borisov con todo el cofre de oropel, cuando Borisov sacó una canasta de piedras preciosas  con una carta escrita de hace más de medio siglo, sólo confío en ese cofre Borisov, y en la carta con tinta y pluma decía así…

 

8 de octubre de 1900

 

Si el que recibe éste cofre de oropeles no es el capitán Huro que se enferme con cólera, pues, es el destino del que encuentre éste cofre de oropeles, soy el capitán Huro el que lo enterró cerca de las aguas del océano Pacífico. 

 

Capitán Huro


Y firmó la carta el capitán Huro, el que había enterrado el cofre de oropeles cerca de donde Borisov halló al cofre. Y se dice que el silencio lo embargó y que la enfermedad lo oprimía, pues, el desenlace era muerte, una muerte y tan segura, como el perder todo el cofre de oropeles. Cuando en el siniestro cálido de creer en el desierto mágico de saber que el silencio lo atiborra de espantos de que él perecerá por tan sólo laborar como un diestro arqueólogo. Y Borisov buscando fechas, tomando notas de medidas, sacando la cuenta del valor del cofre y observando e investigando todo, como la excavación, identificación y la conservación de restos de ese cofre de hace más de medio siglo. Cuando en el embate de creer en la posibilidad, pero, alguien le robó la noticia y la anuncian en el canal en “La Cadena Investigativa del Mundo”. Cuando en el embate de dar y crear y registrar la noticia histórica, pues, se le adelantó alguien, o sea, que alguien le robó a Borisov la noticia arqueológica. Él, Borisov, se sentía tan mal con la fiebre, que no permitió que nadie le aguara la buena nueva de investigación y tan descubierta por él mismo por Borisov, el ruso más diestro. Si estuvo en cama dos semanas después de ese plagio de noticia que  publicación en investigación de ese cofre de oropeles. Cuando en el trance de su enfermedad se curó sí, pero, no dejó en ser una confesión investigativa de ser como el torrente y la envergadura que era esa noticia para el mundo y más para la historia universal del mundo. Y Borisov tranquilo, sosegado, inocuo, sin perecer en el acto, él sabía que tenía el control de todo, y que su salud mejoraría, que a sabiendas de todo se compondría nuevamente. Cuando en el trance de lo perfecto, y de lo vivido se aferró, a ciencia cierta de que el cofre de oropeles, fuera una atracción histórica y tan verdadera, como el haber sido descubierta por el arqueólogo Borisov, cuando con su detector de metales caminaba por la playa cerca del aquel horizonte que se observaba desde el océano Pacífico. Cuando, de repente, se vió alterado y en eficaz desconcierto de querer mirar el cofre casi en la superficie de esa tierra árida, en la cual, lo halló, y sorpresivamente lo difundió en todas las noticias, pero, aunque no fue él, Borisov, el que lo hizo, sino el mismo capitán Huro. Él  sólo quería a su cofre de oropeles de vuelta entre sus manos de pirata. Y Borisov, no se extrañó en nada de que la noticia yá corriera por los medios, si él, Borisov, conocía y muy bien a la prensa amarillista, la cual, sólo quería una cosa, alterar la noticia sin ningún fundamentos, de que la infundieran con engaños, sobornos, o con ventas, la cual, no era del todo favorecida por los lectores y demás atracciones históricas del mundo como en la arqueología.

Sino que halló lo mejor que nadie una carta, en la cual, en el poder la tenía él, Borisov, y entre sus manos escondidas. Y era una carta, la cual, contenía fecha, a quién se dirigía, y de quién era la carta. Sólo era una sorpresa de la vida, cuando en el trance de lo vivido, él, Borisov, sólo se sentía mal y con tanta fiebre de la cólera en que creyó morir. Cuando en el mal vivir de la noticia se debía a que el mal desenlace se atrevió a desafiar lo que más ocurre en su cruel fiebre de quedarse en cama sin atreverse a desafiar al mundo de la noticia. Cuando la cadena, para la cual, él, Borisov, trabaja cuando le expresó que la noticia salió antes de que él, Borisov, él mismo se enteró de que su investigación había sido boicoteada por la prensa amarillista al impedir el desarrollo normal de la misma. Cuando en el alma y en la calma se debió de creer en la tranquilidad en saber que el desastre se conlleva en un salto hacia la cúspide en saber que él, Borisov tenía lo que halló la carta en el cofre de oropeles. Si cuando en el mayor deseo por haber descubierto un evento arqueológico como ese, se debió a que lo investigativo de todo se entreteje toda una noticia dada y hecha como la que tenía entre sus manos Borisov. Cuando el ataque de la noticia robada a Borisov, se debe a que la noticia fue dada como una noticia inédita y tan real como lo que había descubierto Borisov. Cuando en el alma de Borisov se sintió tan delicado y tan suave como el algodón de un cielo en que se debate la espera de esperar por la buena nueva. Cuando en el imperio sórdido de una mirada casi impetuosa, cuando en el tormento se identificó como lo más suave de un pasado, cuando en el tiempo, se observó el gran calibre que poseía ese cofre, pero, lleno de oropeles. Cuando en el artefacto del corazón, se identificó lo más delicado del todo, cuando en la nada del todo se sintió suave y delicado el corazón lleno de una admiración inocua, trascendental, y espiritual, ¿por qué no?, si el cofre era un tesoro perdido, el cual, era bisutería y canastas de oropeles, las cuales, eran un tesoro histórico, y tan real como la mismísima verdad. Cuando en el alma, sólo en el alma, se debate una sola espera y tan inesperada como saber que el destino era tan real como el camino de ese cofre lleno de oropeles. Cuando en el instante se debió de atraer en el mal comienzo o el tropiezo de atraer el mal vivir hacia un destino muerto cuando la fiebre en cólera, no cesaba jamás. Cuando en el desenlace final atrayendo el final de un arqueólogo y más siendo ruso, se debate la espera y tan inesperada por la llegada del capitán Huro hacia el camino de ese cofre lleno de oropeles desde ultratumba. Si hace más de medio siglo, fue enterrado el cofre y la carta con él, desatando una ansiedad y un triste comenzar cuando en el tiempo, sólo en el tiempo, se debió de aterrizar las horas inertes dentro del paisaje dado en el complejo autónomo de creer en el valor de la bisutería y de las canastas de oropeles descubierto todo por el arqueólogo Borisov. Cuando en el imperio del sol brilló más y más, y más en el cofre lleno de brillo y de una iluminación hecha por el mismo sol dentro del cofre de oropeles. Cuando en el embate se dió lo que más se electrizó en la forma más adyacente de creer en el delirio delirante en saber que el destino es fuerte como poder creer en el mal desenlace de ese cofre lleno de oropeles y que era el dueño el capitán Huro. Cuando en el embate cruel de la verdad, se dió un suburbio de temor y de horror por parte del capitán Huro en contra del ruso Borisov. Si se debió de temer y más al capitán Huro, un pirata de hace más de medio siglo y que regresó desde ultratumba. ¿Cómo lo logra?, con ese cofre lleno de oropeles, que él, el capitán Huro toma la vida de quién lo reciba y lo tome, pues, tenía una maldición en brebajes de por tan sólo tocar el cofre lleno de oropeles. Si el capitán Huro se dedicó en cuerpo y alma a seguir y a perseguir al cofre de oropeles. Cuando en el trance y la dedicación se debió a la autonomía en poder ser como el mismo cofre lleno de oropeles dejando ver la suerte tanto mala o buena del arqueólogo ruso Borisov. Y Borisov sabía yá lo de la carta, pero, no le hizo ni el menor de los casos, omitió lo que decía la carta, pues, él yá se sentía muy bien para dar a conocer la buena nueva al mundo que le gustaba saber de la historia pasada. 

Y Borisov, era el único que leyó la carta y se la guarda, pues, era una carta muy reveladora, en la cual, se dedicó en ser como el mismo deseo de atraer la misma riqueza de ese cofre lleno de oropeles y piedras preciosas y de artillerías. ¿Y la carta?, pues, se la guardó en el bolsillo derecho, si a él, lo perseguía y lo seguía el capitán Huro, hasta que lo hizo verdad, tomar esa carta del bolsillo de Borisov. Y a la carta, la anunció en la cadena televisiva del capitán Huro, pero, ¿quién lo hizo?, se preguntaba Borisov, otra vez. Cuando en el instante se dedicó en cuerpo y alma, en ser como el mismo instinto caprichoso, en la cual, la carta tomaba buen parte de la noticia en “La Cadena Investigativa del Mundo”, en la que trabaja Borisov. Y se sintió devastado e hiriente y solo como un soldado sin su armadura, cuando el arqueólogo ruso Borisov, se sintió como el mal desastre de atreverse a aferrarse a una sola idea, la cual, era obtener riquezas mayores con esa noticia que con el mal trance de haber vivido sin haber investigado o estudiado el cofre de oropeles o a ciencia cierta aunque que le habían robado la gran noticia de ese cofre histórico. 

Y Borisov sólo halló lo que nadie jamás en la arqueología, que era el tesoro perdido más hallado. Cuando en el trance del mal desenlace, se vió aterrado al suburbio entrelazado de poder creer en el arma más letal que era la carta, si cuando la vió en el noticiero, la buscó y no la halló jamás. 

 

Continuará…………………………………………………………………………………………….