Sigues conmigo
a pesar de tu marcha
para otras tierras.
Quedaste cerca
unidas nuestras almas
con los recuerdos.
Porque aquel tiempo,
vivido intensamente
sigue latente.
Se paró el sol,
las nubes no lloraron
y te abrazaron.
Entre la bruma
quedaron las canciones
y las resacas.
Salitre y muera
de playas y de algas
hoy renovadas.
Y mientras tanto
le digo a las gaviotas
cómo es tu nombre.
Le deletreo,
te veo entre sus letras.
Cierro los ojos.
Entonces, oigo
tu voz, inconfundible,
que me responde.
Rafael Sánchez Ortega ©
29/12/20
Todos tenemos el recuerdo de una persona en su voz, en su figura, en los recuerdos y por eso llenamos el alma de tantos detalles que, un día, con el paso del tiempo, y al rebuscar en ese baúl, solemos encontrarnos, y rescatar, toda aquella ternura que, allí habíamos guardado, y que para nada estaba olvidada y sigue latiendo en nuestros corazones.