Pan casero
Demás está el reloj, si lo tenemos a él.
Es el viejito Miguel, el que llega con su pan.
“Casero, bien caserito, aquí traigo los pancitos,
Para acompañar el mate, la leche, té o café.
Amasado con cariño para el adulto o el niño
Créalo, será feliz porque este pan tiene magia
y aleja, de seguro, las penas y las nostalgias.
Casero, bien caserito, cómpreme usted los pancitos”
Y así cada mañana vuelca el anciano su canto,
por las calles del barrio.
Las vecinas se acomodan en derredor del carruaje,
y aprovechan el momento para poder comentar.
El que recién se levanta, se alisa el cabello,
disimulando pereza,
aunque poco le importa, el lío de su cabeza.
“Me alcanza un corderito, que no sea tan salado”
Le grita con impaciencia, la buenamoza de al lado.
Corriendo por la vereda se acerca la chica rubia
cargando en sus brazos a su niña, la bebé.
“se lo ruego don Miguel, no me deje sin mi pan,
estoy algo retrasada y las horas se me van”
Y así pasa la mañana para este madrugador
Se levanta con el gallo y empieza su labor.
Es la vida que le toca en la etapa de su ocaso,
agradeciendo las fuerzas que Dios le dá, por si acaso.
Teresa Ternavasio
Dibujo: con el mouse