Mi realidad, es un pastel y su acompañante , el té cálido
Miles de velas encendidas festejando mí no cumpleaños
De compañía la lunática liebre, el alto sombrerero pálido
Arrojando confituras y tazas, de todos colores y tamaños.
Una madriguera de conejo, rodeada de infinito y relojes
Con libros de ligeras páginas y cartas vestidas de botones
Un distinguido conejo blanco quien regañado dice llego tarde
Y risas de realeza retumbando desde balcones.
Y en momentos se detiene el tiempo a decir debo levantarme
Tiemblan mis piernas bajo el vestido, me hacen sentir cobarde
Toman mi mano las mutadas flores, para consolidarme
No puedo correr de la reina, no puedo perderme en mi fiesta.
Cuando los naipes pintan las rosas y el capitán morsa toma su siesta
Jugamos a las escondidas, a devolver el gato su sonrisa siniestra
Mi vestido azul flotando, los puerco espín con su torpeza
Mas el té que salpica sobre el ropaje de la realeza molesta.
Ordena cortar mi cuello, no obstante perdí ya mi cabeza
Nadando el rio de la tristeza y su reino de dureza
Por qué desearía la normalidad, me he entregado a su extrañeza
Al mundo imaginario de rareza, donde yo solo veo su belleza.
A veces he creído hasta en seis cosas imposibles antes del desayuno
La imaginación es la única arma en la guerra contra la realidad, contra toda barrera
Acepto y abrazo mi locura, en su gran dorada bandeja
Si el valor de mi peculiaridad costara mi normalidad, sonría a la reina y diga, que ya perdí mi cabeza.