“Muere en vida, ya, de fijo . . .”
La madre que pierde un hijo
usa el alma de escondrijo
del terrible sufrimiento,
por tristeza y sentimiento.
Ya que quedó sin motivo
de seguir, sin atractivo,
su entraña decepcionada,
vana, hueca, así, sin nada.
El dolor la paraliza,
su tragedia se eterniza,
la pena es inenarrable,
la calma es . . . inalcanzable.
La madre que pierde un hijo
se extravía en el acertijo
de su existencia en un grito
porque se fue su angelito.
La madre que pierde un hijo
que era juguetón prolijo,
extrañará sus diabluras,
sus inquietas travesuras.
Necesita mucho a Dios,
pa’ poder decirle adiós
al tan fiel amado niño,
el dueño de su cariño.
La madre que pierde un hijo
precisa de un crucifijo
para acercarse al Señor
y desechar el rencor.
Requiere de la oración
para hallar resignación
porque no comprende, pues,
la razón de tal revés.
Le impera desilusión,
va envuelta en la desazón
que le marchita el buen ser
que no podrá florecer.
La madre que pierde un hijo
muere en vida, ya, de fijo,
al desangrarse en el frío
de su corazón vacío.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
Ciudad de México, a 22 de mayo del 2021
Dedicado, con mis mayores respetos, a la Señora Marisol Tapia, madre del menor Brandon Giovanny, quien falleciera en la lamentable tragedia de la Estación “Los Olivos” del Metro de la Ciudad de México, Línea Doce, Alcaldía Tláhuac, el día 03 de mayo del 2021 . . .
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