Y el noticiero observando detalles de esa carta, la cual, la había leído yá Borisov, pero, sólo el mal recuerdo le quedó, porque estaba en manos de “La Cadena Investigativa del Mundo”, y para colmo para quienes él, Borisov trabaja. Si el desastre mayor no fue la noticia, sino el camino pedregoso por donde tenía que caminar Borisov al descubrir el hurto de esa noticia, la cual, era de él, y nada más que de Borisov. Porque cuando Borisov, vá a dar y ofrecer detalles sin aún descifrar quién fue que descubrió, estudió e identificó los restos para estudio e investigar, cuando fue Borisov que lo había hecho todo, pero, no, no se pudo aún ni todavía. Él, Borisov debía de descubrir primero quién era el que les daba la primicia o el anticipo de esa buena nueva en el noticiero, pues, era la cadena, para la cual, Borisov trabaja. Si Borisov descubrió que el que lo hizo no tenía el mayor estudio en arqueología, no tenía las medidas exactas ni cuántas canastas de oropeles habían en el cofre y las cuales, se pudrieron con el tiempo por no ser de oro real, y por ello, es que Borisov se enfermó de cólera y que no sabía dar detalles investigativas de los restos identificados de la carta. Y Borisov indagó al respecto de esa noticia y nadie le supo dar el paradero de quién le informó la noticia en “La Cadena Investigativa del Mundo”. Cuando en el momento soslayó una noticia de esa envergadura, de esa locura que era dinero y más que eso un momento que la historia acogerá como un rico documental para la misma historia de la vida misma. Y si Borisov, decide descubrir quién fue, si tendría que realizar una aventura en descubrir quién fue el que dió la primicia de la noticia y tan real como lo que él Borisov había investigado. Si quien hizo el anticipo sólo quiso hacer coraje y molestar la vida de Borisov, pero, ¿lo logró?, pues, sí. Buscó en archivos, en un banco investigativo y en unas reseñas, las cuales, salió en la noticia y primicia en el noticiero. Cuando en el fingir se identificó lo que más se dedicó en el ocaso frío, una noticia, la cual, se esperó a que el tiempo la extrajo del tiempo y de la vida y de la pura verdad, pero, no, no halló a nadie detrás de la prensa amarillista, la cual, sin sospechar expresó la noticia en el noticiero. Si cuando en el tiempo, sólo en el sol se debió de creer en aquel brillo condescendiente de un sólo brillo en que sólo le dejó el brillo en los ojos. Y después de obtener el brillo del sol dentro del cofre que había descubierto Borisov, si cuando en el trance de lo vivido se identificó cuando en el suburbio en descubrir el intruso o el ladrón que hurtó su noticia, se debió de creer en el combate inepto de saber que la noticia fue un hurto y no una noticia verídica y real y de Borisov. Cuando en el trance se dió como el nuevo destino y sin saber que el deseo se formó dentro de un tiempo en que fue como el pasaje sin regreso. Cuando Borisov, y con aquella carta que era su más descubierto cofre cayó en redención, cuando el deseo cayó en una bota en que se fue el mal embrague. Cuando en el desagüe de la vida, se vió atormentado y tan frío y tan desnudo de un sólo tiempo en que el deseo se aferró a ciencia cierta de esa noticia, y tan efímera, cuando en el suburbio de lo autónomo se aferró Borisov a esa cruel noticia que salió antes y sin permiso de Borisov. Cuando en el embate de creer en el alma a ciegas en que se debate una espera de esperar y descubrir quién fue el que le robó la noticia a Borisov. Cuando él, Borisov descubrió todo y por una sola vez en que se dedicó en ser como el desierto mágico en que él Borisov descubre el tesoro perdido del capitán Huro.
Y el capitán Huro, aún lo sigue y lo persigue desde ultratumba, si le dejó la vida y más que eso a su cuerpo destrozando el comercio de un cofre lleno de oropeles, cuando en el alma se pudrió bastante, como por ejemplo, el que tendría el cofre del capitán Huro, tendría seriamente la enfermedad del cólera. Y con coraje y todo se debate una espera en saber quién fue el que anunció y anticipó la noticia en “La Cadena Investigativa del Mundo”, en la cual, Borisov trabaja. Cuando en el embate persuasivo de la herida más profunda que le pueden hacer a alguien, como hurtar su noticia en primicia en la cadena televisiva. Si Borisov el ruso arqueólogo se dedicó en cuerpo y alma, en investigar a ese cofre y si yá tenía las medidas de los restos de investigación, y todo medido desde cuántas canastas de oropeles habían dentro del cofre del tesoro perdido y de cuánto oropel en valor había en ese cofre. Cuando en el trance de lo perdido se hizo como la verdad más inocua en desear lo que se espera y lo inesperado, cuando el tesoro perdido, se descubrió a través de esa tierra seca y tan árida cuando se agrietó la tierra para dar rienda a un tesoro perdido y del capitán Huro. Cuando en el trance de lo perfecto se dió lo imperfecto de creer en el cometido de bruces caídas cuando se vió el cofre a través de la tierra árida, y tan seca cuando se agrietó el terreno. Cuando en el combate de creer en el imperfecto desenlace final se dió un eficaz tormento cuando entre los celos de aquella tierra en que el capitán Huro, mantenía en secretos y desde ultratumba, el secreto de ver el deseo inocuo, en saber que ese tesoro perdido era y le pertenecía al capitán Huro. Cuando en el momento se dió la más débil fuerza de creer en lo superficial e inerte faz de creer en ese mismo sol que hacía brillar al cofre lleno de oropel en sus propios ojos. Y Borisov, sin saber quién fue, sin saber quién lo perseguía y del más allá, desde ultratumba, cuando en el alma fría, densa e inerte, él, Borisov lo sabía que desde su pobre interior sabía que algo pasaba sin saber a ciencia cierta. Cuando en el instinto se debió de creer en el corazón muerto y tan devastado por la misma muerte. Cuando en el desenlace de ver y de sentir en el corazón se debía a que el desierto mágico y trascendental, y de hacer creer en el combate en percibir el acometido fugaz, como una estrella en el mismo cielo, en que el pasado llegó en el presente combatiendo a fuerza y con heridas en el vivo presente. Cuando en el instinto se debió de creer en las fortalezas atraídas de creer en el precipicio de un sólo combate entre lo real y lo perdido, cuando en el desenlace de la insistencia, se vió lo autónomo de creer en el fin sin atraer el cruel desafío de entrever el mal final de un cofre de oropel sin ser oro verdadero ni real. Y el capitán Huro, creyendo que su cofre estaba intacto aún, pero, no, no si era un tesoro perdido, el cual, se aferró en descifrar la locura, en la cual, se dió lo que más, un poder perdido entre ese tesoro perdido, cuando en el alma se aferró lo más efímero, pero, lo más perenne de todo un cielo devastado en el alma fría. Y Borisov, se llevó al capitán Huro, cuando en el alma se llenó también de oropel, cuando en el instante en saber y descubrir al falso y al que hurtó la noticia en “La Cadena Investigativa del Mundo”, se dió lo más inconsecuente de saber que la verdad se debate entre un sollozo soslayo de Borisov, y no se dió por vencido aún, cuando el alma se entregó en cuerpo y alma a buscar y a hallar al falso y al que le hurtó la investigación. Primero, descubrió lo que no investigó y lo que no expresó en la noticia, cuando en los archivos y en la investigación dada por los restos identificados del cofre y de la carta no apareció jamás entre los archivos de ese vídeo transmitido por la cadena televisiva dejando saber que la investigación encomendada hacia el nuevo avance del noticiero televisivo no reflejó lo mismo que Borisov cultivó en su investigación. Cuando en el siniestro cálido en ver el cielo mágico se dió lo más nefasto del tiempo, sin poder descubrir al que le robó la noticia a Borisov. Si cuando en el mal final de todo se vió aferrado y mal formado por el mal tiempo en que el camino y el destino se abría por una gran sorpresa. Cuando en el mal ánimo de todo se vió atormentado y horrorizado por un gran lamento, en que se pierde el gran corazón en amar lo que más le ocurrió en el desastre de verse atrapado entre escombros de una noticia dada, como lo más superficial de un todo, formando de cerca a través, de una fría señal como lo era “La Cadena Investigativa del Mundo”, por la cual, Borisov trabaja. Cuando en el alma camina como un desertor universal, dejando una estela inerte de sapiencias y de ideas nuevas, como el saber de un todo y tan nefasto como el poder creer a ciencia cierta lo que más le ocurría a Borisov. Cuando en el desierto mágico discurre una sola advertencia cuando en el alma sabe que el silencio se debía a que la magia se sentía como lo suave y perenne de un sólo todo, cuando en el alma se debate en una sola espera y tan inesperada, como lo fue saber del tiempo, y del ocaso frío, cuando en la mañana, se aferró al tiempo y al instante en nunca saber de la verdad del hurto de su investigación. Cuando Borisov el ruso arqueólogo, que acaba de descubrir el cofre se llenó de flojo dolor cuando supo que desde ultratumba lo perseguía el capitán Huro. Descendiendo de lo más fastuoso a lo más funesto del tiempo, el alma de Borisov, callaba más y más, cuando en el suburbio de lo acontecido se vió y tan herido como el mismo presente vivido sin informar su noticia a los presentes históricos y fundamentales arqueólogos a través de “La Cadena Investigativa del Mundo”, para la cual, Borisov trabaja. Cuando, de repente, escucha una voz, no era su voz interna, sino otra voz. Si Borisov le sospechó y calló, y no dijo nada. Si su vida, y su cuerpo había sido tomado para otra vida, y calló, otra vez, y se dijo no, no puede ser. Si él, Borisov, sabía de algo que los muertos regresan y son tan inmortales como el mismo veneno y que tiene antídoto y que nadie puede morir así. Él, lo sabía, y que era demasiado tarde para enfrascar una idea contra ello.
Continuará……………………………………………………………………………………………….