Nunca supe olvidar. tal vez no quise,
Acumulo recuerdos , y les doy
La peligrosa vida del presente.
No me hallo, sin las flores que agonizan,
Y suspiro con un ritmo nunca oído,
Y me nutro de amores que no fueron,
Como tardes de otoño que suplantan al verano,
Como afluentes de un mar que nunca estuvo.
La tristeza es premisa de estos tiempos
Donde amar y el amor están vetados.
Sólo salas blancas de miedo y de locura,
Sólo sueños que pudieron ser, quizás.
Nuestros rostros son fieras peligrosas,
Exiliados detrás de mascarillas.
Son fragmentos de una vida en los abismos,
En las simas del terror por otros seres.
Cuantos sacos de ternura se almacenan,
En informes, y férrea normativa,
Normativa que la muerte sobrepasa,
Y la muerte se siente un invitado,
Ha venido con ganas de quedarse,
Como yerba dañina entre los pinos.
Y surcar las mañanas son acopios
De farlopa y ansiolíticos,
No se sabe vivir sin la sustancia,
Nadie quiere aceptar la distopía,
Y danzamos, besamos felices
Junto al fuego tribal del sacrificio,
Y no vimos hasta hoy nuestra verdad,
La frágil y prepotente identidad,
Lo fugaz de la vida en plenitud.
Somos arboles de oquedades muy certeras,
Y el mañana es un cuadro de Picasso,
Todos somos un lienzo blanco y frio.
Paraliza saber que nuestra vida
Es un cromo que se lleva la corriente
De una riada de metal y luz perdida.
Son nubladas nuestras tardes, son las ansias
Imposibles de calmar con suave viento.
Olvidamos , que la criba siempre estuvo,
Nos sentíamos inmortales y potentes.
¿Dónde queda la arrogancia ante el final?
¿Dónde guarda dios misericordia?,
Aturdidos buscamos en ginebra
Ese mundo feliz que construimos,
Sin mirar la miseria de otros seres,
Sin mirar las matanzas de otros sitios.
Y ahora vamos caminado con distancia,
Con el odio al semejante en nuestro seno.
Y el dolor no entiende de poemas,
Es un ángel que extermina por “Decretos”,
Es la dura incompetencia del Chamán.
Es la temeraria forma de exponernos
Como un caballo de cartón bajo la lluvia.
La nausea, la amargura, la impotencia
Y al final nos postramos mal heridos,
Esperando más balas del destino…
Paco José González