Nací en septiembre,
ha de ser por eso que siempre fui madura
como las ciruelas.
Llevo un deje de morriña en los tobillos,
un arcano en el pecho
que hace que mi alma adopte forma de hoja rebelde.
Soy amante de la poesía,
arquitecta de sueños que descorchen trinos de esperanza.
Soy del amor la eterna vespertina:
mujer, madre, esposa, amante, amiga,
soy, y no espero ningún otoño,
los vivo en todos sus ocres.
Soy coleccionista de aromas,
la guinda en su amargor,
o el dulce albaricoque
según amanezca el sol.
Pero una cosa os digo, siempre soy yo.
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