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**~Novela Corta - Tesoro Perdido - Parte IV Final~**

Cuando aquella voz no concuerda con el rencor hallado dentro de Borisov, cuando en el trance de lo vivido escuchó una voz desde ultratumba y la cual, era del capitán Huro. Si en su interior destroza el cometido de ver el cielo en verdad. Cuando aquella voz no se calla, pues, en la espera y en el silencio se escucha más de lo normal. Cuando en el suburbio autónomo de la verdad se escucha más e irradia luz, y sinceridad y sapiencias, él, sólo la escucha sin el que le interpela sabía que lo escucha. Cuando, de repente, Borisov le contestó a esa voz y le dijo -“esa carta yo la tenía”-, y el que estaba detrás de todo de aquel cofre lleno de oropeles, y se difundió en “La Cadena Investigativa del Mundo”, que Borisov estaba medio loco, pues, hablaba con un tal capitán Huro el que había dejado enterrado el cofre a medio mar afuera del horizonte frente al océano Pacífico. Pues, era lo más normal que el capitán Huro le hablara, pues, en total él, el capitán Huro, le había tomado la vida y más que eso su esencia y su memoria y hasta sus conocimientos a Borisov. Si cuando en mal desenlace logró el rencor y el temor a ser descubierto, pero, Borisov sabía una cosa, que el silencio atiborra de espantos el mal sucedido de interpelar con una sola voz, la del capitán Huro. Si en el fracaso de esa noticia más dada, hecha y mal informada televisivamente, y tan transmitida hacia el mundo histórico de las noticias, se perfiló una mala osadía. Si cuando Borisov la escucha y la graba en su estudio investigativo y la escucha de nuevo saca el más provecho de que esa voz era la misma que le trataba de hablar a él, a Borisov. Y Borisov aturdido, atónito e insospechado, se debió a que el instante se perfiló de tal manera en que el desastre se vió aterrado de creer en la forma de atraer la noticia como un suspiro o como un mal recuerdo. Si cuando en la mañana siguiente le perseguía esa voz, tomando su cerebro y sus pensamientos, y le decía -“te tengo Borisov”-. Y Borisov sin poder descubrir siendo un arqueólogo diestro, pero, incapaz de investigar tal cosas o tal evento como la forma de hablarle a él, a Borisov, y de tal forma. Y se aventuró más fue a la cadena televisiva y tomó la carta de allí de “La Cadena Investigativa del Mundo”, de la cual, Borisov labora. Cuando, de repente, se vió aterrado y aferrado a descifrar a que el desastre de quién le habla se enfrió como el haber tomado un té frío. Y tomó riendas sueltas y ató cabos sueltos, y por fin, releyó la carta al derecho y al revés, y supo de algo, de que aún estaba vivo, porque el capitán Huro, aún continúa con vida porque el que reciba ese cofre y que no sea él, el capitán Huro, le dió señales de que aún estaba y de que se hallaba con vida y muy vivo, pero, ¿cómo era posible eso?, se indagó Borisov desde su propio interior y él, el capitán Huro le contestó seriamente, -“usted tomó mi cofre y yo desperté a razón de su propia vida y de su misma existencia, gracias, ahora sólo quiero a mi cofre lleno de oropeles, para yo poder descansar en paz”-. Si cuando él lo supo a conciencia y no le dijo nada a nadie ni nadie supo que él, Borisov, tenía en su cabeza lo más apreciado de la vida, una investigación de restos históricos, como lo era una carta, una supervivencia de un capitán, y de un cofre lleno de oropeles viejos de hace más de medio siglo. Cuando en el embrague de todo y de la nada autónoma de creer en el destino de ese cofre lleno de bisutería, artillería enchapada en oropel y de piedras preciosas que ya se desmerecen su brillo sin haber sido pulidas. Cuando la esencia y el coraje de Borisov en seguir y de perseguir su sueño arqueológico, y sin poder saber que el delirio se aferró a saber que el destino se llenó de riquezas extremas cuando la investigación arqueológica tenía un valor de más de dos millones de dólares. Cuando en el trance vivido de creer en el destino se debió de hacer como lo más perdido de un todo. Cuando aquella voz no se le escapa, pues, era la del capitán Huro, el que les dió la primicia al noticiero, pues, era el único que sabía de todo y sin poder sospechar ya nada, se sabía que era la voz del capitán Huro haciendo valer y respetar el destino de ese cofre lleno de oropeles. Si cuando se dió la terrible noticia mal informada por la prensa amarillista de “La Cadena Investigativa del Mundo”, por la cual, Borisov labora, cuando tenía detalles y datos arqueológicos mal informados, cuando en el trance de lo vivido, si él Borisov aclara todo, pues, sale la noticia en trance y en el noticiero de “La Cadena Investigativa del Mundo”, transmitida por él mismo Borisov. Cuando en la transmisión televisiva de creer en el poder de saber más que él mismo capitán Huro, Borisov lo tenía entre sus manos, pues, él le hablaba y le decía de todo, pues, en el trance de lo imperfecto y de lo perfecto, salió su voz televisivamente diciendo lo mismo -“usted tomó mi cofre y yo desperté a razón de su propia vida y de su misma existencia, gracias, ahora sólo quiero a mi cofre lleno de oropeles, para yo poder descansar en paz”-. Y se grabó todo y fue una noticia verídica, la buena nueva y más certera que la otra noticia hurtada. Cuando en el final desenlace de todo se vió de todo en la cadena televisiva. Y se aferró Borisov a la verdad, a la sinceridad de su propia alma y de su verdad y de sus estudios arqueológicos y de su perseverancia autónoma de dar una noticia tan verídica como la de él, de Borisov el ruso que estudió e investigó la mala o buena suerte de ese cofre lleno de oropeles. Cuando en el trance de lo imperfecto se vió aterrado y aferrado más y más, cuando en el imperio socavó la voz de ese capitán Huro dando y logrando la gran buena nueva como una noticia trascendental. Si en el noticiero se vieron los hallazgos dados e investigativos, dentro de ese ocaso frío y dejando ver el pormenor de esa cruel, pero, verídica noticia. En atraer hasta el fondo a la verdad en sentir lo que era la pasión viva de descubrir una cofre lleno de oropeles dejando saber que se pudrió por no ser oro real, el cual, casi mata enfermando a Borisov de una terrible y devastadora fiebre de cólera. Cuando en la noticia se identificaron los hallazgos y la cruel investigación de datos y de detalles fríos como aquellas canastas llenas de oropeles. Cuando en el trance de la noticia transmitida se dió la más aventura de creer en la pura verdad de Borisov. Y esa voz seguía marcando un silencio a viva voz, un desperfecto a viva voz, y creyendo que el destierro se llamó más y más, el cofre lleno de oropeles, de creer en lo imperfecto de saber que el siniestro cálido, se debía a que aquella voz le llamaba más de lo normal. Y Borisov se desmaya en plena transmisión televisiva dando detalles y hallazgos de ese cofre descubierto por él mismo Borisov, el cual, le dejó la muerte más segura. Si cuando en el trance de lo perfecto y de la magia en supervivencia se dió lo más putrefacto de todo, cuando en la manera de creer en ese desmayo que le dejó la muerte en el acto sucumbiendo en un sólo mal trance. Y se dedicó en ser como el más gran pasaje de la vida misma dejando vida, conocimientos, sabiduría en arqueología y por demás, la memoria de Borisov. Si cuando llegó Borisov al hospital llegó muerto, con la cadena de la fiebre en cólera, entre sus pieles y más en su cuerpo. Y revivió o resucitó, pues, el capitaƄ Huro le tomó el cuerpo y más su piel, si Borisov era el ruso arqueólogo más electrizante de la temporada histórica para “La Cadena Investigativa del Mundo”, para la cual, él laboraba. Si el capitán Huro se adueña de ése cuerpo y más de esa piel desde ultratumba y despertó como todo arqueólogo ruso y del continente Europeo, cuando en el trance y en el mal desenlace final queda el capitán Huro con el cuerpo de Borisov y con su cofre lleno de oropeles. Y así fue el arqueólogo ruso se debió de entretejer entre lo más cotidiano y la rutina más insolvente cuando tomó todo y de una vez en el que los celos en querer ser Borisov se le dió en verdad al capitán Huro y logrando tomar su cofre lleno de oropeles en bisutería y artillería y piedras preciosas, de restos arqueológicos ya investigados y en hallazgos investigativos. Y el capitán Huro quedó con el cofre lleno de oropeles infundados desde que él mismo lo enterró en las aguas del océano Pacífico, cuando él el capitán Huro lo seguía y lo persigue desde ultratumba. Dejando saber que un pirata nunca muere si dejó en tierra árida y seca a su mayor tesoro y tan perdido como poder hallar después de más de medio siglo enterrado. Y el capitán Huro, logró lo que nadie tener un cuerpo desde ultratumba y poder revivir en él, hasta obtener su cofre lleno de oropeles. Y Borisov, lo sabía que los muertos aún tienen vida como la de él. Y más si dejó una carta para el compás de la espera del más allá y de la vil muerte. Si Borisov también dejó una carta, para aquél que la hallara ser Borisov en otro cuerpo, si él sabía de algo que los muertos no mueren así porque sí. 



FIN