andrea barbaranelli

Celos retrospectivos

Y luego, tú,

pero no tú, tu cuerpo;

sí, tú: tu cuerpo

reaccionando

a los estímulos a los que

reacciona un cuerpo,

a los que reacciona

el alma de un cuerpo,

el alma de un cuerpo que eres tú:

el olor del café,

el olor de las sábanas calientes,

el olor a cerrado del dormitorio

en el que respiraron los dos

durante toda la noche,

tu cuerpo cuando se despierta, tú

cuando te despiertas,

los celos que puedo sentir o borrar

por tu compartir con otro hombre los gestos

repetidos miles de veces

a partir de cada despertar, mi intento

de despegar tu cuerpo

(las costumbres de la memoria de tu cuerpo)

de la imagen que guardo de ti

pura e indecible, anterior a todo, virgen

de la virginidad de una playa

incontaminada, la playa

de una infancia perdida en el tiempo,

pero engendrada, sin que nadie lo advierta, por el lento

disgregarse de las rocas

que erosionan el viento y el flujo de las aguas

consumiendo cadáveres y lavando las mierdas,

y el sordo trajín de fuerzas enemigas y duras.