Decidí morir un 24 de mayo
al amanecer.
Decidí quedarme sin tu mirada, sin tu sonido
sin tu carne en mi sartén.
Decidí que esperarte era una opción más
para morir.
Entre espasmos y soledades elegí mi día favorito,
pero,
elegí mal el año y el siglo.
Decidí morir un 24 de mayo del 93
y aún sigo aquí
más muerta que nunca
esperándote.