Humanos, nos conducimos subsidiarios de cánones,
estructuras psíquicas de acciones las más diversas
contenidas en la unidad gestáltica de nuestras acciones,
fragmentos del Ser en irracionales pulsiones conversas.
Allí, los científicos de probetas, son pasionales del fútbol
y licenciando hipótesis, protestan recios un fuera de juego;
ó albañil que levanta una pared pensando en un grito de gol
y sutil bailarina en pas de deux volantea a su vez arte y ego.
El fútbol atrapa públicos por espejo e imagen de la Vida:
al crack uruguayo L.Suárez, infieles lo exiliaron del Barcelona,
nobles grandezas y grises miserias, voluble corazón que las anida
y ahora valijas a Madrid para reivindicar nombre y una corona.
No buscó Luis venganza a la soberbia desde las Némesis
sólo eyectar con probanzas el descalificante juicio ajeno,
vindicante de ser el dorado Nº 9 europeo por auténtica tesis,
viñatero de glamorosos goles ¡Campeón español en el terreno!
Fenomenología deportiva que nos lleva analíticos a comparar
amnesias de temporadas brillantinas en éxtasis de ahítas tribunas
blasones de ardientes colores tremolan en sufridas victorias encarar
¡Alirón el Aleti! con los impactos de Lucho, la Copa y alegres las tunas.
El Síndrome de Hubris castiga con el destierro a los lelos verdugos
del supremo goleador, goles de unción que sellan calidad e hidalguías.
Los culpables felones padecen los dolores de penetrantes tarugos
que también la Justicia deportiva castiga y sentencia esas felonías.