Las sierpes duermen la tarde
acurrucadas a la sombra de un olivo;
sus ramas desnudas velan su fruto olvidado
por no llevar en su vientre
el parné del señorito.
Otra noche más
hincarán sus huesos en la tierra;
buscando la sed del ocaso
en la tierra del olvido.
Y tú contemplando.