Avisperos de sombras
son ahora tus manos.
O sombras de avispas
que se filtran por los rincones,
acariciando un ritual de armarios
empotrados y silentes. Inerte
ya la caricia, el sostenimiento
de la ternura, aparecías junto
a un vendaval de conjuras: mitos,
leyendas, y un bálsamo de palabras
invencibles. La lengua salvaje
que inicia un camino
sin preguntarse. Las sábanas recelosas
de un quién y de un por qué.
Enjambres de sombras son ahora
tus brazos; míralos desvanecerse.
©