Me duele la yema del amor.
Apodada, la médula del corazón,
Y no tengo, cerca mi medicina.
La prescripción, lo determina;
Un beso intenso de Catalina.
Atravesar diez desiertos,
Cruzar cuatro infinitos mares.
Pero ella ya me había entregado,
El límite de sus deliciosos besos.
Para aplacar mis males.
Hice paños de recuerdos.
Necesito de su almacenada pasión,
Sin restricciones. Pues es mi amor.
Me sentí, mucho más grave.
Mis oídos, ya no me atienden,
Se perdió mi risa. Ya no divierte.
Solo quieren; tu vos, ardiente.
Se me vaciaron los ojos,
No aguantaron mis antojos.
Sosiégalos con tu belleza.
Con tus curvas, tu lindeza.
Dale de beber a mi boca.
Las caricias que me tocan.
Feliz encontré mi medicina.
Vale más que cualquier tesoro.
Es mi reina. La que amo y aprecio.
La receta la denomina; CATALINA.