En esa luz que riela, las aguas del riachuelo,
luciérnagas se roban, su rayo transparente;
y sueño muy glorioso me nace del anhelo,
de ver la hermosa luna, coqueta y refulgente.
El viento me acaricia, con brisa vespertina,
y suenan a lo lejos, las liras del Parnaso;
y escucho carcajadas, allá por la colina,
de ninfas que persiguen un místico pegaso.
En cada panorama que observo de Natura,
tu perfección divina, la miro reflejada;
y pienso, si es posible, que toda su hermosura
naciera de tu imagen, por dioses cincelada.
¡Tu tienes la belleza, tan mórbida y lozana,
que solo ha poseído la bella y grácil Diana!
Autor: Aníbal Rodríguez.