Es tan bonita que
enloquece mis sentidos:
Si desgaja con los dedos su pelo
inocula aromas en mis respiros;
con sus gestos de mujer imperfecta
estropea mi corazón en sus latidos;
con sus reproches de niña
motiva pensamientos vivos,
ardientes, candorosos, tiernos,
como suelen ser los míos.
Es tan bonito su rostro
con facciones definidas:
Los hoyos de sus mejillas
son pozas encantadas de alegrías;
su sonrisa, mágicos crisoles
que diluirían néctares de vida;
sus ojos, pardos horizontes,
que transmiten pasión y energía,
cual astro rey del firmamento
que ilumina día tras día.
Es tan bonito su cuerpo
que conjuga encantos en alegoría:
Su piel de nácar y seda
incita a humectarla con saliva;
sus senos, copos de nieve
de placeres y de almíbar;
sus caderas, cinturón de fuego
con macizos en simetría,
que ocultan conductos donde fluyen
magmas de lujuria y dicha.
Es tan bonita que quisiera
hacerla por completo mía:
Me ha dicho “… no… no…, no… sé,
espero otra salida…,
no termina de convencerme…,
es uno más de quien no se confía…”;
sólo pienso en ella,
mas sus temores me aniquilan;
recojo de momento mis versos,
y me sigo rindiendo a su lozanía.