Blancos trozos de nubes movedizas,
fluyen del alma enredando la razón
cuelgan de las pestañas luces pajizas,
que ondulan y bailan bajo un nuevo sol.
Tiembla la vida rebosante de color y canto,
mientras acelera el pulso de sus manos
hay melodías y clamor en los campos,
el cielo musita con aliento embriagado.
Por esas calles donde coquetea el asfalto,
guiñando con desvelo el tintineo de los pasos
brotan gotas heladas de otros inviernos,
recuerdos yaciendo en el sueño de Morfeo.
Los pulmones retozan y gritan inquietos,
nuevas canciones de amor acusado
como volcanes que en otros tiempos fueron,
para cada mirada desolación y llanto.
Mas todo al fin será un festín de latidos,
un desesperado despertar de la conciencia
mientras ruedan los astros sin destino ni ritmo,
hacia la aclamada vida que ya espera.
Irinaa.