Era aproximadamente en la década de los 70, Acababa de fallecer su esposa, quedó solo y a cargo de varios hijos varones, no sabía vivir sin ella, la amó tanto, era tanto su dolor y su soledad que se refugió en el alcohol.
Cada día bebía más y empezó a descuidar su aspecto personal, dos de sus hijos eran amigos y primos lejanos, muchas veces platicamos del tema.
Cierto día, lo escuché platicar con mi finado padre, hablaban quedito, casi en secreto, me acerqué un poco más a la cerca de carrizo y agudicé mis sentidos, parecía muy interesante lo que hablaban al sorbo de una copita de mezcal.
-Fíjate gordo que para bajarme la cruda me fui al monte, solo llevaba mi machete, me recosté bajo la sombra de un mezquite y me quedé dormido, de repente sentí un aire muy frio y desperté y allí estaba, frente a mí, todo elegante, vestido de charro, con un fuete en la mano.
-Levántate me dijo, vamos a platicar,
-Cuando me di cuenta estábamos más lejos y él diciéndome muchas cosas sobre mi futuro, según que él podría ayudarme, pero la condición era que no le dijera a nadie. Aún no se si fue una pesadilla o algo real, porque no recuerdo haber caminado tan lejos. Lo que sí sé es que llegando al pueblo lo platiqué con varias personas y ahora a ti, perdóname gordo, a lo mejor piensas que estoy loco ¿verdad?
Ya han pasado muchos días, y éste maldito vicio hace que me pierda, me dan mucha tristeza mis chamacos, no quiero que me vean así, por eso prefiero irme al campo cuando estoy tomado, allí me duermo, bajo los árboles, y ya más sobrio emprendo el camino de regreso.
Se me hizo tarde, la nochecita era muy fresca, sentía un poco de frío y mucha sed, así caminaba por la carretera y casi llegando al vagón, se me volvió a aparecer, esta vez montado a caballo, con su ropa impecable, todo de negro, me sorprendió un poco, pero seguí caminando y el cabalgando al lado mío.
- ¿Te quieres subir?
-No, gracias, prefiero caminar
- ¿Por qué te resistes? Te puedo ayudar, aunque debería de estar molesto contigo, porque comentaste nuestro encuentro del otro día, y te dije que no le contaras a nadie.
-Híjole gordo, no sabes lo que sentí en ese momento, como si cayera en un enorme torbellino, entonces supe que no había sido una pesadilla, que fue real y con un poco de temor le respondí:
¡Perdón, no sabía si había sido realidad o solo pesadillas de borracho! Por eso lo platiqué, pero dime, ¿cómo es que puedes ayudarme? Y revolviendo mi cabello al punto de jalarlo le conté todas mis tristezas: He perdido a mi esposa, mis hijos me miran con lástima, ¡mi negocio quebró…quiero morirme!
No, todavía no es la hora, te puedo ayudar, pero tienes que prometerme no contar nada esta vez, ¿guardarás el secreto?
-si, le dije y como por arte de magia, desapareció. Volteé para todos lados, pero todo estaba oscuro, solo se escuchaba el canto de las ranas y los grillos. Me dije para mi mismo que estaba alucinando y regresé a la casa, mis muchachos estaban preocupados, nunca había vuelto tan tarde, eran las 12 de la noche, cosa que no me explico, cuando desperté y empecé a caminar de regreso apenas empezaba a obscurecer…
Creo que sí me asusté con ese repetido encuentro y hasta dejé de tomar por unos días, aunque la pasé muy mal, traté de ordenar algunas cosas y permanecer en la casa, pero la soledad es mucha, extraño a mi mujer y ya sabes, no faltan los amigos que te invitan uno que otro trago, así que volví a lo mismo. Mis hijos ya estaban animados y siento coraje que otra vez les fallé.
Una vez más cogí mi machete y me fui a vagar al campo, esta vez muy enojado, decepcionado de mi mismo, así que cuando llegué al lugar donde se me apareció por primera vez, grité con todas mis fuerzas, le dije que viniera, que lo estaba esperando. ¿Qué crees? No apareció…
Caminé mucho y llegué hasta la entrada de un cerro, todos dicen que allí se abre una puerta y que allí vive, iba muy valiente, pero la verdad, cuando llegué a ese lugar me dio miedo y regresé todo desanimado.
Pasaron muchos días y yo cada vez más mal, casi no comía y las deudas me esperaban cuando estaba sobrio, así que prefiero mi mezcal, al menos todo se me olvida cuando me voy a dormir al campo, creí que ya nunca se me aparecería el fulano aquél, pero esta vez cuando ya venía de regreso, escuché el ruido de un motor que se acercaba, no volteé, algo me detuvo, pues el aire frio característico de los otros encuentros se hizo presente. Solo atiné a abrazarme y a animarme, me dije: No pasará nada, tranquilo, no tengas miedo.
El motor se escuchó más cerca y pronto se detuvo al lado mío
-Súbete me dijo, y yo sin repelar accedí, de pronto ya íbamos platicando en el vehículo, si vieras gordo, era una de esas car cachitas antiguas, pero brillaba a más no poder, toda negra con sus detalles plateados. Así iba según yo observando el imponente carro, cuando de pronto me dijo:
-Abre la guantera y saca la caja que hay allí
-Lo hice y saqué un baúl mediano, de madera, se veía muy fino. – Ábrelo, me dijo, y yo con un poco de miedo le pregunté que había adentro. - No lo sabrás si no lo abres! Así que con manos temblorosas iba a abrirlo cuando la tapa se deslizó sola hacia arriba. No podía creer lo que veían mis ojos, el baúl tenía muchos billetes, monedas de oro y alhajas, no pude disimular mi sorpresa y emoción. – Tómalo, es tuyo, te prometí que te ayudaría, nunca se vaciará gastes lo que gastes, puedes ayudar a quien tú quieras, pero eso sí, nunca les podrás contar de dónde proviene el dinero.
¿De verdad, nunca se acabará? – No, nunca, siempre y cuando cumplas con tu parte.
Está bien, gracias, pero ¡Qué debo hacer, no creo que todo esto sea gratis! -Por supuesto que no, nada en esta vida es así, tú más que nadie lo sabe, en esta hoja está tu contrato, y desde el momento en que aceptaste el baúl lo firmaste. Entonces vi la hoja, con letras grandes tenía mi nombre escrito con sangre. - ¿pero que dice? ¿Cuándo te voy a pagar, o cómo?
-No te preocupes por eso ahora, cuando llegue tu tiempo yo te avisaré y vendré por ti, esas últimas palabras resonaron en mi cabeza tan tenebrosas que me dio miedo y bajé apresuradamente del carro, sin embargo, solo avancé un poco y de nuevo estaba arriba del carro. M e asusté todavía más y entonces grité, pidiendo auxilio. Él solo se carcajeaba, como burlándose de mí y despidiéndose sentenció: Disfruta tu dinero, compra cosas, ropa, dale a tus hijos, come, bebe, compra caballos o un coche si lo prefieres, disfrútalo, pero ya sabes… ¡No le digas a nadie! Después, cuando el que manda sobre tu tiempo en esta vida lo decida, le enseñaré el contrato que firmaste conmigo, me perteneces y yo, personalmente, vendré por ti.
Una vez más se esfumó, yo quedé allí mismo, pasmado de miedo, por fin entendí el precio y me horroricé, resulta que sentí que habíamos avanzado en ese carro, que había transcurrido mucho tiempo y cuando desapareció, me encontraba en el mismo lugar, pero ahora con un pequeño baúl en mis manos.
Empecé a caminar, rápido, casi corría, pero las piedras del camino lastimaban mis pies calzados con huaraches, pronto tendré los zapatos más finos, me dije en voz baja y continué corriendo. Cuando llegué a la casa, guardé el baúl en un lugar seguro y con mucha ansiedad intenté dormir un poco, pero no lo logré. Al amanecer pensé mucho en lo que compraría, volvería a surtir mi tienda, les compraría muchas cosas a mis hijos, pero me daba miedo y las ultimas palabras del gentil, resonaban en mi cabeza y me daba escalofrío.
Después de muchos planes y de pensarlo bien, cité a varios familiares en la casa y reuní a mis hijos, todos estaban preocupados por mi misterio y de lo que les iba a decir y allí todos reunidos, sentaditos uno junto al otro les conté todo lo que hasta aquí te he dicho, después casi en coro me dijeron: Ve por la caja, enséñanosla.
Me fui al cuarto en donde la guardé y suspiré cuando la vi justo donde la había guardado, con mucho cuidado la saqué y la puse sobre la mesa para que se acercaran a ver su contenido, les dije con emoción, miren ya no más pobrezas y la quise abrir, una y otra vez, después de varios intentos, la caja se abrió sola otra vez, pero mi sorpresa fue muy grande, ¿Qué crees? No había nada, estaba vacía, ni una sola moneda, nada, absolutamente nada. Todos me dijeron, - sabíamos que nos estabas engañando, como siempre, por andar tomando ya no sabes ni lo que dices, solo nos has hecho perder nuestro tiempo. Se fueron todos molestos y yo todavía les preguntaba que de dónde habría sacado ese baúl tan fino o porqué les habría querido decir mentiras.
En fin gordito, después de muchos días, volví a ir al campo y cuando empezaba a dormitar, el sombrero que me había puesto en la cara salió volando, me incorporé y allí estaba, justo frente a mí, sonriendo y acariciándose los bigotes. – jajajaja ¡Qué tonto! Lo podías haber tenido todo y lo perdiste por no saber guardar un secreto, el trato solo era entre tú y yo, porqué tuviste que abrir la boca. Ahora continuarás con la vida miserable que escogiste.
-¡Si, lo prefiero, no quiero tu maldito dinero, no te debo nada, vete!
- ¿Jajajajaja crees que un contrato conmigo se puede romper? – Claro que sí, le dije arrebatándole la hoja que sostenía entre las manos, la rompí en una, dos, tres… y no sé cuantas partes más, asegurándome de que no se pudieran pegar nuevamente, cuando terminé de hacerlo, las esparcí al aire y él carcajeándose, me la volvió a mostrar intacta, con mi nombre y firma nuevamente y el dedo índice de mi mano sangraba.
Recuerdo que fueron muchas veces las que jugó conmigo, yo le arrebataba la hoja y él me la mostraba completa hasta que se cansó y se esfumó en un torbellino de tierra.
-No tengas miedo amigo, a lo mejor solo han sido pesadillas, o delirios de esos que tenemos cuando bebemos de más, trata de dejar éste maldito vicio y dedícate a tus hijos, solo Dios sabe cuál es nuestro destino y a lo mejor fue un aviso, para que al contarlo como lo has hecho, no caigamos en tentaciones y tratemos de salir adelante con nuestro propio trabajo, nada es fácil y nadie te da nada por nada. Después el Tío se fue, triste, temeroso y nunca dejó de tomar, pero siempre contaba lo que le sucedió a sus compañeros de trago.
Después de muchos años, enfermó y tristemente falleció, así como muchos de nuestros paisanos que lamentablemente han caído en las garras del alcohol, y ahora los jóvenes en otro vicio, más fuerte y más nocivo, cuidémonos, reforcemos valores, hagamos actividades juntos como familia y no nos soltemos de las manos de Dios, la familia es lo más importante y el señor la bendice si esta unida pese a muchas tribulaciones.