Cae una hoja en el suelo, inerme está,
tendida descansa y no se levanta.
Altiva, elegante cayó del cielo,
aturdida y agónica respira.
Adornada de las flores, del zumo,
su rostro cortado, áureo y fragoso
rememora cuán alta se mantuvo
y hasta donde ha llegado. Sola y tibia.
Parece dormida y tímida, el céfiro
la abatió con su arrollador aliento
para bañarla en la trémula zubia.
Parece doliente, el galeno gélido
la toca, pero es tarde, seguirá
adormecida sobre el río de aguas.