Pude haber hecho más,
no por tí, que estás,
si no por mí
que no sé si estoy muriendo
o condenado a una vida de insomnio.
Pude haber leído las reglas,
lo sé,
pero aquel atardecer tu imagen era de polvo
y te creías de soledad.
Pude haber gritado tu nombre,
y lo hice,
sonido agudo de piedras
pero aquellos oídos cuadrados hasta me cegaron la espera.
Y así llegué hasta aquí;
Aquí, ¿puedes ver?,
que no sé
si estoy en esta condena de vida
o muerte de insomnios.