Comprendo que la muerte nos asombra
cada vez que su espectro ronda nuestra casa
o aparece en la página roja de los diarios
con si hídrida sonrisa de primicia
Nuestra vida de perros macabros
llevada con aceleración hacia el letargo
de las cosas inútiles
malgastada en fugas artificiales
y filmes irrespetuosos
termina por aferrarse a nuestra piel
con cierta holgazanería que hasta produce
espejismos
y el miedo a la muerte
se convierte en vil pretexto para aceptar el
despotismo
Nuestra vida de autómatas
pobre vida
se hace imprescindible
y en términos de procaz jurisprudencia
el mejor de los mundos posibles
Pero tú
que enfrentaste los fusiles con mirada altiva
y coraje de pueblo
nos enseñaste que la vida es también un
compromiso
con la muerte
Y la tuya fue siempre un desafío
un gesto pactado con el pueblo