Liaazhny

Lo que contaba don Filomeno

 

“Lo que contaba don Filomeno”

Recuerdo muy bien a Don Filomeno, le gustaba tomar mezcal y llegaba a la casa de mis padres a comprar, allí se sentaba en el tronco de un árbol seco que estaba del lado de la calle, él vestía sus calzones y su camisa de manta con sombrero negro  y huaraches de pata de gallo, era delgado y alto, tenía unos ojos pequeños muy negros, decía que él había combatido al lado de Carranza y que allá en el pueblo los hacendados tenían miedo de que llegaran los revolucionarios.

Decía que  antes de irse a la revolución trabajaba como mozo en la hacienda que está en la calle donde está la casa de mi madre, en la actualidad hay una gran parte en ruinas, recientemente visité el pueblo y observé con gran entusiasmo que la están reconstruyendo, pero lo que más me agradó es que están respetando la originalidad de la construcción, allí vive un sobrino de  los antiguos dueños, lo único que se conserva intacta es la majestuosa puerta de madera en la entrada, cuando se abría y casualmente pasaba por allí podía ver adentro unas enormes columnas de adobe en forma cilíndrica, majestuosas,( ahora ya no se ven)  puedo imaginar cómo era el movimiento de la gente allí, el ganado etc. Debieron ser tiempos muy buenos.

Don Filomeno Martínez decía que allí adentro el dinero se media con almudes, el almud es una medida que aún se usa en la comunidad para medir los granos, es un cubo de madera aproximadamente de 30 cm. x 20 o 25 de profundidad.

Él lo contaba repetidamente, en esa hacienda nos mandaron a hacer un gran hoyo y allí metimos varios barriles que llenamos de monedas hasta el ras, después los tapamos con pieles de vaca y los cubrimos con tierra, para que cuando entraran los revolucionarios no encontraran el dinero.

Así lo contaba una y otra vez acompañando su narración con una copita de mezcal hasta que un día sonaron las campanas que anunciaron su muerte.

Muchos años después de su muerte, llegó a vivir a la ex hacienda  Don Jorge, un señor de edad madura, educado, en las mañanas y por la tarde salía ( no sé si todavía lo hace en la actualidad) y se sentaba en una piedra grande que está a la entrada de la ex hacienda y saluda a todos los que por ahí pasan, cuentan los del pueblo que al poco tiempo de su llegada, llevó de esos aparatos que buscan metales y que al principio realizó también varias excavaciones buscando el dinero, imagino que es del que hablaba Don Filomeno, pero nunca encontró nada, según las creencias de los habitantes, es que no estaba destinado a él, otros también dicen que el dinero camina y como ya habían pasado tantos años, a lo mejor está en otro lugar.

Lo que sí sé con certeza es que Don Filomeno lo contaba con tanta vehemencia, que yo siendo niña le creía todo, me sentaba a escuchar sus historias de la revolución y lo imaginaba joven, montado en un caballo, corriendo al lado del ferrocarril. Dios lo tenga en un buen lugar a Don Filomeno.