Antonio Liz

Fragancia de Mujer

Es la fragancia que inquieta mis deseos, es la agonía de mi corazón en rebeldía. Me enseña la pasión deseada sin intentar poner de su parte. El jardín de su aroma recorre mi olfato, extendiendo el perfume hacia mi debilidad con toda revelación. Me transforma en todo su amor, enriqueciendo el alma con pura pasión. Existe su presencia inefable, refiriéndose sin palabras que decir, ni gestos que implicar sobre su existir.  Extraño y admiro su devoción,  y entiendo que faltaran  días y años para explicar dicha emoción. Nada se esconde de su magia, nada puede ser expulsado de su belleza, porque de mí depende como gozo, y como amo toda presencia entregada. La envidia  se ocupa de su legado, porque su originalidad no se compre o se vende en ningún lado, ética única y preferible, sobre el derecho de ser amado.