Vittorio vá por la calle en busca de un sólo amor que lo ame y lo quiera y lo comprenda y que continúe siendo su compañera más fiel del mundo. Si para quien trabaja no era buena suerte tener a un hombre como Vittorio, sino un mal dolor de cabeza. El francotirador Vittorio juega entre la sensación de proteger como desproteger, él perseguía a grandes de la industria política y del ámbito artístico, pero, eso no le impedía hallar un amor que lo ame y que lo quiera. Proteger era su mayor fidelidad y desproteger al victimario era su mayor compensación. Cuando Vittorio era un excelente francotirador y era el más pagado por la clase artística. Cuando, de repente, se le viene encima cuidar y proteger al presidente del estado, y fue más labor y tan laboriosa que requería dejar su vida, y su tiempo y sus horas más libre para practicar y enseñar tácticas y técnicas de supervivencia hacia otros seguidores de él, de Vittorio para cualquier eventualidad que surgiera. Cuando su esencia y su presencia requería ser casi una persona invisible, por donde, se sentía una persona casi inocua y en cualquier momento un hombre amoroso, pero, tan rígido y tosco y tan rudo como ser tan desconfiado. La desconfianza era su carta de presentación, cuando en el aire se tornó desesperadamente abatido, e inerte y denso como que no sopla el aire en verdad, cuando se deduce de tiempo y de escaso coraje en creer en el final de la terrible mal osadía que lleva Vittorio en su corta, pero, tan extensa vida. Cuando en el embate de creer en la forma de atraer una mala situación por tener una mala vida. Si el francotirador Vittorio tenía mucha labor con el presidente de estado, como para comenzar una relación a tiempo completo cuando en la situación se debió de creer en la mala suerte por no tener un sólo amor en el corazón. Cuando en el alma seriamente se dedicaba a ser como la mentira más real de que el tiempo y más la osadía en ser nada más y nada menos por ser un francotirador diestro y eficaz. No tenía jefe ni nada, si su trabajo era por cuenta propia, pero, el presidente de estado le ocupaba demasiado espacio y muchas horas de trabajo. Vittorio un joven emprendedor y muy poderoso en el área en ser francotirador sólo se llevó una mala sorpresa en su vida tan exuberante cuando se dedicó en cuerpo y alma a ser sólo un francotirador. Si cuando el tiempo pasó, y logró acechar lo contemporáneo, él, Vittorio, se dedicó en ser fuerte como tan débil, creciendo en el alma una luz fuerte como el deseo de creer en el alma una ilusión como lo era el amor fuerte. Y el italiano Vittorio, se dejó llevar por la sorpresa más eficaz de un todo, cuando quiso amar a una mujer, y salía más de lo inusual en busca de una mujer que lo amara, que lo comprenda y que lo extrañe cuando más lo necesitara. Cuando en el trance de lo imperfecto se debió de amarrar al sólo corazón cuando se fue por el rumbo incierto de la vida y más de la verdad. Y quiso amar a una mujer, pues, no tenía mujer a quién amar y formar una familia, pero, ¿qué mujer soportará a un hombre así?, siendo un sólo francotirador y tan fuerte como la misma red que lo acompaña entre el bien y el mal. Y no halla a esa mujer, pues, entre su trabajo y su tiempo libre no le debía nada más que el tiempo y la sabiduría en tentar su labor como un solo francotirador. Cuando en el tiempo y al acecho se convirtió en las horas inertes y tan fuertes como el ir y venir de un todo. Cuando en el tiempo y en las horas adyacentes se perfiló la espera y tan inesperada como poder salir de una nada en el desierto frío si se debió de atraer en el camino un sólo instinto. Y tan predestinado como el camino osado de una triste osadía en el ámbito terrestre de creer en el desierto mágico a una mujer esbelta, con posturas y con belleza. Y siendo más que el desaire inerte se aferró al instinto suave y delicado, como el saber de un todo siendo más nada que la misma nada. Si dentro del ocaso frío se sintió como las manos fría en querer amar a una mujer como la que tenía en su mente clara y contundente, con una seriedad en porte, distinción y elegancia, y con un nuevo enredo de querer amar lo que encadena el tiempo y más el alma. Cuando en el tiempo se cree que el desierto mágico era la mujer que él creía en amar. Cuando en el empate de todo se dió lo efímero y lo primero en decir que busca a una mujer para amar. Cuando en el mal o en el bien del latir de su pobre corazón, se dió la más fuerza en el corazón. Cuando en el tiempo, sólo en el corazón se ofreció la más débil voluntad en querer encontrar y amar a una mujer. Cuando dentro del instinto de él, de Vittorio, sólo quería hallar a una mujer y a quién amar. Si después de todo y con la nada del tiempo, sólo deseó Vittorio, amar lo que era un suburbio autónomo de la verdad cuando en el ocaso frío se debilitó tanto en que el deseo se enfrío tanto cuando no halló a la mujer correcta y que más quería en amar. Cuando en el interior de su corazón se identificó como un sólo amor el que quería tratar de amar y de hallar y lo más pronto posible. Cuando en su interior se dedicó en enfríar lo que más se esforzó en la manera de ver y de atraer a la mujer de su vida y de su triste corazón cuando en el suburbio de todo y de la nada del tiempo si en el ocaso del tiempo, se enfrío como la más mala suerte de ver el cielo de gris. Si cuando el alma se enfrío como la más perniciosa de las vidas se identificó como las más inertes de las vidas. Si la mujer que busca Vittorio, se la imagina con demasiada postura y elegante elegancia cuando su mundo era invicto de creer en el alma llena de vida y de más creencias, cuando en el artefacto del corazón se dió lo más perfecto por creer en el amor. Cuando en el momento de creer en el amor, sólo vió el deseo más efímero de hallar a una sola mujer.
Y la italiana Alcina, sola, en busca también de lo mismo, casi perfecto, dentro del ocaso frío se dió lo más conceptual de todo, cuando consintiendo el amor en el solo corazón, se dió lo más eficaz de un sólo tormento. Cuando en la alborada dió el más tormento de los soles abiertos, cuando Vittorio, se alegró del viento y del mar también cuando del amor sólo quiso en ser como el más de los instantes en que se convierte el amor en tiempos pasados si en el ayer sólo eran amores del pasado, de los cuales, nunca volverían en ser como el ayer. Cuando en el alma se abría de luz translúcida y real, si el tiempo se abrió el desamparo inerte y frío, que dentro de todo se sentía solo y desolado, cuando en el juego del amor creyó a que el silencio lo entristece de amor y más por una sola locura. Y Vittorio cuando en su camino y dentro de su propia alma se dió lo más eficaz del viento dando vueltas como el torbellino. Si cuando en el desierto frío se entristeció la más aventura en tortura mal inconsecuente, cuando la italiana Alcina, se vió aferrada también al mismo amor de Vittorio. Se encuentran en la discoteca de un hotel italiano llamado “La Via dell’amore”, en ese hotel de la calle italiana, la cual, era como el cielo mismo al hallar el amor en cada coraje del corazón. Y se debate una ira insolvente inocua, y densa y maltrecha de saber que el deseo del amor era saber que el camino y el destino eran iguales y sí era la mujer que más supo querer y de amar a consecuencia de todo el amor que él, Vittorio, pretendía sentir por Alcina. Y Alcina, mujer capaz y decidida formada por el tiempo y por el mismo cielo como ave rapaz, en el cual, ella sabía cómo volar y muy bien. Cuando en la alborada llena de soles abiertos, se dió lo más fuerte de todo un solo amor entre el viento y el cielo y más entre las nubes abiertas de un sólo instinto por el amor en el mismo corazón. Si cuando en el trance de lo indebido socavó muy dentro de su interior el amor y la sola pasión desnuda de un sólo tiempo en que sólo el tiempo fue y será como el vicio del amor a cuestas de una sola y mala traición. Si era el francotirador Vittorio, cuando, de repente, se electrizó la forma de ver el siniestro cálido y de un sólo sol por el mismo desierto mágico en que creyó ver el amor y más la pasión. Si cuando en el desierto mágico se vió aterrado y de magia color si se vió marcando la ira insolvente de creer en el amor a ciegas por un período efímero y trascendental, como lo fue esperar por el amor verdadero. Que sintiendo el deseo en la piel se vió tentado a formar en el tiempo y en la misma tempestad de un sólo tiempo el amor más efímero, pero, más largo en eternidades y en un infinito trascendental. Cuando en el tiempo y en la vida se dió marcando la vida en un sólo destiempo, en que sólo el ocaso frío se sintió como el desafío frío en un sólo tiempo. Y el amor en “La Via dell’amore”, se vió aferrado a transformar un ocaso muerto en una lluvia de frenesí en el altercado dentro de un ocaso frío, en que se dió la más fuerte de las fuerzas y el frío más inepto de un sólo todo. Cuando en el albergue de un sólo corazón se identificó la forma de atraer el mal comienzo en un triste final. Cuando en el embate de un todo se da la forma más letal que por amar se sentía así. Cuando en el instante se ofreció la forma más vital y más hábil de un todo cuando en el instinto se fortaleció la forma más letal de un todo y tan siniestro de un sólo cálido. Cuando en la forma de atraer el rumbo incierto de creer en el desconcierto de luces veraniegas se formó la esencia y la mala y el gran funesto combate entre el amor de Vittorio y Alcina. Cuando en el trance de lo imperfecto se dió lo atrayente de un todo, cuando en el imperfecto momento, se entregó lo más codicioso y ambicioso de amar en el trance ávido de creer en el amor puro e intrascendente. Y se entregaron en cuerpo y alma tanto Vittorio y Alcina, cuando en el ingrato instante se entregó fuerza y corazón, cuando en el embate de amar fue como un siniestro cálido de entretejer como la enredadera o telaraña a todo un amor. Y tan cálido como el sol mismo se vió a la luna vestida de novia y de blanco color, y de las pureza de las almas desatando un frío y un cálido tormento, atrayendo lo más efímero de las relaciones: el amor. Y tan cálido como el embrague de vivir adecuadamente y fríamente de entregar el coraje de ver el reflejo del sol en esa misma piel en que se amaba más y más. Cuando desciende desde lo más alto de la cúpula hacia el pináculo de un monumento de un mar travieso o tan perdido como la alborada de unos soles abiertos. Y fue el amor y la pasión, la que se desvistió en presencia del amor total, cuando se amaron sin contemplaciones ni frialdades nuevas de aventura mágica, sin pretender conocer sus vidas pasadas ni presentes. Y se amaron en ese hotel en “La Via dell’ amore”, en donde se conocieron y se amaron más sin ser funestamente desgraciados. Y se entregaron en cuerpo y alma, con deseos opuestos y candente desenfreno, y por un cálido tormento. Cuando se amaron felizmente sin saber ni medir consecuencias ni premeditar pasados ni presentes mirando y observando el futuro. Cuando no se fingió exactamente dejando inerte el corazón y doblando la sinceridad cayeron en una cruel redención. Cuando en el triunfo de lo acometido se hirió pulso a pulso y gota a gota de una plétora sanguínea de una sangre en abundancia como la gran presencia de un sólo amor que se profesó en ese hotel, después de la discoteca. Si el amor cayó como bomba sin explotar, como rosas del jardín, o como el mismo imperio soslayar en el mismo deseo de ver el cielo de azul y no de gris. Cuando en el instinto y el capricho se sintió en lo más dulce de todo, cuando en el triunfo del amor, socavó muy dentro la misma pasión. Y ella, Alicina, la italiana jovial y capaz de decidir su vida fría o cálida, efímera o perenne se entregó al coraje de amar, cuando se sintió suave y fríamente entregando todo el amor y toda la pasión. Y figurando la esclavitud y las escalas de una aventura nueva, se dedicó en la fuerza del amor por un tiempo en que se sintió el dolor, después de un todo en aquella habitación del hotel en “La Via dell’amore”, un hotel viejo italiano.
Continuará……………………………………………………………………………………………...