Y me hacen comprar poesía
por la acera donde caminan los pasos
para recoger la esencia
de quienes pasan levitando.
Ya nadie mira al poeta
que toca el acordeón en una esquina,
ni al mimo que inmóvil le lloran los ojos,
ni al que te aborda
pidiendo una limosna para sus hijos.
Son problemas de otros y
yo ya tengo bastante con los míos.
Pensamientos que en mi subconsciente recojo
al pasar por la calle por donde camino.