Está la palabra. Erguida,
hermosa, bajo la lluvia
desencadenada. Está la
palabra. Quedan, incluso,
tizones y ascuas, en los nichos
desaparecidos. Tizones calados
por el agua. Está la palabra.
Quedan restos de una babilla,
de un estiércol seco, por la calentura
del alba. Está, queda la palabra.
Vocinglera, renuente, evasora.
Queda la palabra. Me arden
ambos pechos, por su sustancia
lechosa, por su radiación láctea.
Queda la palabra. Hermosa, inflada,
llena de viejas resonancias. Resta
la palabra. A ver quién la maldice.
Qué excéntrico puritano, abre su vientre
luminoso, repleto de semillas.
Estatua virginal llena de máculas.
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