¿Y por qué no hallamos el valor para hablarnos y romper de una vez por todas el hielo que nos quema?
¿Y por qué no nos liberamos de la cárcel perpetua de este silencio que nos tiene tras las rejas de las sonrisas?
¿Y por qué no rescatamos nuestros corazones agonizando de amor de nuestras colisiones de miradas?
¿Y por qué no me dejas oler y hundir mis dedos en las finas hebras de tu pelo?
¿Por qué no nos tomamos de la mano, mientras caminemos en el sendero de la vida?
¿Por qué no dejas que presione mis labios en tu rostro pálido, que las puntas de mis dedos galopen en el umbral de tu espalda?
¿Por qué no te quedas a mi lado, aun cuando haga un calor insoportable, aun cuando la tormenta no quiera parar, aun cuando la vejez se avecine?
¿Por qué no me das a probar del vino que fermentan tus dulces labios?
¿Y por qué no permites que mis largos y esbeltos brazos cubran tu pequeño cuerpo, cuándo sientas frío?
¿Y por qué no me dejas ser un náufrago perdido en el océano de tus ojos?
¿Y por qué no me acaricias con tus gélidas manos, no me cuidas cuándo vaya cuesta abajo?
¿Y por qué no te apoyas en mi cuando estés inmersa en la tristeza y la desolación, cuando no halles el camino y estés desorienta?
¿Por qué no me cuentas tus más recónditos secretos, las vergüenzas que has pasado, tus chistes malos y buenos?
¿Por qué no vienes y te recuestas a mi lado todas las noches de nuestras vidas, y nos arrullamos mientras dormimos?
¿Por qué no me das paso para colarme dentro de tu pequeño universo, para internarme en tus crespúsculos mares, para beber del agua de tu manantial?
¿Por qué no eres mía y yo no soy tuyo, cuando podrías ser para mi y yo para ti?
¿Y por qué no estamos juntos en estos momentos, y dejamos que la timidez nos domine y el miedo corra por nuestras venas, desviando las miradas y agazapando las cabezas?
¿Y por qué no solo conversamos y buscamos respuesta a todos mis por qué?
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