En la rutina nauseabunda de la vida,
encontré tu mirada y me hizo libre.
Tu recuerdo que sabe a tequila y sal,
y esos tus besos, al imperdonable cigarro matutino,
Me envuelves en una ráfaga de pasión,
entre éxtasis y lujuria grito tu nombre,
y me ahogo en el conjunto de nuestros gemidos.
Llevo tu aroma y sabor tan dentro de mi
hasta lo recóndito del alma,
porque el sexo entre nosotros, no era sexo,
era la unión de dos mundos destruidos,
dos almas derrotadas y agobiadas.
Yo te amé y no te amé,
tú me usaste y yo también.
Fugaz e insólito, efímero y real.
Todo lo bueno tiene un pronto final.
Se acaban los adjetivos y la farsa de este amor.
Ni tú me amaste ni yo.
No te preocupes, no te guardo rencor,
que los malos ratos hace ya días los olvidé.