Claro que recuerdo aquella boca
bajo dos ojos chispeantes de sales y mares y una nariz rectilinea y respingada de flores
Y un poco más abajo tenía un mentón coquetamente partido y todo lo descrito sobre un cuerpo esbelto y diáfano de alegría sanas,y me olvidaba de sus orejas las más cariñosas no he visto jamás.Y sus dos pendientes de pluma hacían maravilloso todo el contexto general de su atractiva persona.
Claro que recuerdo su boca ,la misma que desapareció a las doce en punto igual que la Cenicienta.
Lástima no haber sido el príncipe de sus sueños con algunos de sus zapatitos de fiesta en mi mano como pista para buscarle.
Su boca la ví como de mi ayer
y nunca más la volveré a ver seguramente.
La últimas palabras que me dijo es que iba y volvería que la esperara.
Y aquí sigo esperando y mi instinto no se equivoca.
Esa boca no era para mi.
Se había convertido de un segundo para otro en una de esas tantas bocas fugaces que uno ve pasar por la vida.