Caminando va, erguida y en solitario.
Anda de blanco vestida, la bella novia,
Cabizbaja se desliza hasta el sagrario.
Muestra su sentir, su angustia, es obvia.
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¡Llama la atención a esos que la miran;
muchos la ven con cara triste y suspiran!
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Al son del coro celestial la novia camina;
los coristas entonan la marcha nupcial
y un himno, dedicado a la madre divina.
Bellas voces se oyen, como parte ritual.
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¡Otro el más fisgón exclama sorprendido:
Nunca en la vida había visto ese vestido!
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La novia inmutable cumple imperturbable,
el predestinado ritual como corresponde.
El trabajo de las hijas de María, es loable.
El cura pregunta y ella, con un sí, responde.
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¡Las rezanderas no apartaban la vista del traje
y todas se reían, ante aquel, nunca visto, encaje!
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Sorprendidos por aquella indecible aparición,
más de uno, inquiría la razón de los murmullos.
La mirada fija era para la novia y había tensión.
Las corista deseaban calmarla con sus arrullos.
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¡La iglesia estaba repleta de invitados y curiosos,
Los familiares chispeaban por la emoción llorosos!