La tristeza no tiene una conjugación precisa.
Es por ello que, su revelación cobra posturas.
Así que, sólo puede uno partir de alguna premisa,
ya que el sufriente elogia en sí mismo la estatura.
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Sufrir o no sufrir puede adoptarse como un trato.
¿Sabes con quién es este acuerdo de la mentira?
¿Hay falsedad en ese acomodo o hay contrato?
¡Oh! nada bueno puede venir al lanzarse con ira.
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Haz silencio, grita el alma que no se aquieta y sufre.
¿Cómo torcer el destino de la ira si no hay alegría?
Ese trato es cómo querer matar al diablo con azufre,
y acabará el sufriente parodiando una vil fantasía.
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Se debe ser fiel al sentimiento que expulsa el alma
y atender a los pálpitos desaforados del herido corazón.
Es la misión de la voz oculta que, reclama para sí, calma.
No se trata de negar el genuino sentir o de tener razón.
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¡El alma que es la más vieja, certera e invisible viajera,
siempre dará pasos anticipados como gran consejera!