Súbita es la dicción del aguacero
que vislumbra los afectos del tránsito,
yoga facial del mimo
que sobrevive a las fauces
de las superficies.
Arrecia la luz fratricida
reencarnada en rosas mercenarias
desnuda insolación del espejo
al encuentro de la materia,
última vocación de la nada,
genética del júbilo
que gime transparencias,
entre las distintas razas del sigilo.