ENRIQUE HORNA

XXXIII

  

Alguna vez he llorado

Cuando todos reían

Los niños jugaban

Escondiendo su pobreza

Tenían los pies sucios

De la tierra fecundada

Por la lluvia

Las Sonrisas puras

Los ojos ingenuos.

 

Allá en la humilde choza

El pan era sufrido

Tenía los sudores del surco

La leña compartida

Los huesos trajinados

Pero cantaban las pieles

Los corazones  se refugiaban

En la indomable esperanza

Para aplacar los suspiros.

 

Las palomas retozaban

Sin augurar el mañana

Las reses rumiaban

Sus entrañas

Los caballos de pie

Descansaban sus horas

Todos los animales

Se acurrucaban con la luna

El viento vigilaba.

 

Los sauces recibían

Las sombras de la noche

El silencio se abrazaba

Con la infinidad del cielo

Los duendes eran los dioses

Dictando los miedos

Nosotros los infantes

Corríamos con la bulla

De nuestros sueños.

 

Nos escondíamos  en la esquina

De cada tronco

El agua le silbaba a la acequia

La pampa era un mundo

Sin fronteras

Y sin saber sembramos

Estrellas en el horizonte

El amor en la niñez

Es una luz en nuestras almas.

 

EH