El último día de Mayo.
En un rincón me enrosco, quiste de huesos y carne
áridas tardes escosen mi piel y llego apenas,
apenas a la noche, sacando la lengua y
apretando los dientes…
sediento de alcohol y desvelos
pero también de depravación y lamentos.
Tengo la horrible costumbre de cortarme las venas a mordidas
de curar mis heridas con saliva…
pero nunca acabo la tarea
primero se me acaba el hambre
hay una rosa seca sobre la mesa
y el polvo lo cubre todo,
aquí no se mueve nada
es una tumba muy grande mi casa
y cada vez a mi alma,
le queda más grande la carcasa
la misma transmutación del humo que me como
y que me mancha las fauces
que el espacio que de a apoco me aprieta más.
Perdido en las calles viajo libre
más siento la cara entumida y los pies fríos
pero así de pequeño y roto…
espero un día salir de aquí
que no hay nada más que obscuridad
y aún más deseo que no pudiera volver…
que saliendo de aquí no llegará de nuevo
a ese lugar donde
todo es color carmín celeste.