Porque el apetito, es mi síntoma principal.
Tú. Eres mi pócima, el antídoto, esencial.
Enciérrame, en la celda, de tus amatorios.
Desmenuzando mí segmento, el más notorio.
Yo me hago responsable, si hay fuga de deseo.
Para dos chiflados, que por amor, no ven el feo.
Embarga mis besos, en la fragante esencia, de tu boca.
Son más alucinantes, tus tesoros, cuando, con ellos me tocas.
Y después alucinas… en sabanas blancas.
Y sin decir nada…
Indebidamente, me extiendes, tu carnada.
Y soy el pez, más feliz… y muero como si nada.