La preñez nos refleja a la eternidad.
Los estambres tejedores de los seres,
fueron registrados por la humanidad
y, con ella, qué da la vida, hay deberes.
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Ninguno puede ignorar la concepción
y, honrar la vida, es por ello, obligación.
Justo, desde que hay en el gen unión,
hay vida y es el soplo de la creación.
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La maravillosa alquimia de la sexualidad,
hace posible que el milagro de la vida sea.
Llegar a preñar es una innegable verdad
y dar la luz a un ser vivo, es la gran odisea.
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El ser vivo es de Dios el más grande portento.
El afán del hombre es eternizar esa existencia,
evitar el crimen y, no estar con este, contento.
Razón de pecado es el aborto, sin conciencia.
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¡Hay límites morales que no se deben cruzar,
ambos padres deben cuidarse, para no abortar!