Su dolor, mi vida
Eviterna noche.
Doce de febrero, miércoles
contracciones, espasmos, muecas,
húmeda espera, defecación,
sangre, episiotomía oxidada
de tijeras deleznables,
músculos abdominales al filo
del desahucio, fibras para claudicar.
Noche que Aurora aclara
desde la raída cortina pública,
sábanas de muchos partos, sórdida
composición en sus ribetes blancos
y púrpura, el rojo del amanecer
se desliza sobre el colchón
dando luz a la consecuencia.
Un cráneo acierta la contraseña,
la obertura recibe un aditamento
ferruginoso hasta vencer el gozne
de sus puertas —ya me pronuncié
suso sobre la episiotomía—, un mar
cede a su marejada, una placenta dimite.
Una madre exhausta, un padre ignorante,
una hora para desayunar, para soñar,
para resarcirse de tan larga singladura.
Fue aire, Fui yo, pez globo.