Te vi en las sombras,
luego me hacías compañía
en cada una de las poesías
que escribía mientras imaginaba
a la mujer perfecta
que habitaba en mi cabeza.
Un simple abrazo me hizo reconocer
que tenía todo con tener tus brazos
y mis poesías tenían una musa
que los hacía perfectos, a cada trazo
que se marca en tu piel.