Y se vino la tarde, la noche, la herida,
el sueño de siempre durmiendo sin gracia,
el pelo nevado en sucias hilachas,
de cosas tranquilas que nadie medita.
Y se vino el tiempo de cosechas lindas
las de aquellos nietos que nadie mirara,
el chico gracioso que veo de lejos,
el que canta y reza sin que quede solo
si el futuro extraño lo deja tranquilo
mientras la cordura, la normalidad,
vuelva hacia el tintero por siempre jamás.
Y llegaron besos, sonrisas y llantos,
llegaron las penas que a veces me inspiran
dándome algún gusto poder encontrarte
desde el tiempo bueno que tanto recuerdo
para despertarme sentada en tus brazos
sentiendo que el miedo se fue de mi lado.