Cariño, muero por preguntarte si lo apruebas, que me digas que él no es tan vacío como aparenta.
Por favor, dime que está bien que juegue a trazar caminos en su piel, cuando no tiene tu luz, cuando no tiene tu risa.
Dios, ya dímelo.
Dime que está bien equivocarse en otras manos, unas que jamás serán como las tuyas, que pelean por la justicia.
No, él es sólo un niño bonito.
Entonces lo miro y pienso en que te reirías
si te contara sus ideas.
Chico, él no quiere ver el mundo arder como nosotros.
Nos reiríamos juntos y moverías la cabeza en lugar de asentir.
Sí, sé que no está bien, pero es que el cielo me dio la espalda el día en que te dejé partir.