Duele darse cuenta que si no escribes, nadie te escribe,
si no buscas, nadie te busca.
Y te vas dando cuenta de a poco que la soledad es una mala consejera,
que los amigos no existen,
y que dichoso es aquel que encuentre alguno y lo conserva,
preciado tesoro ha encontrado.
Cada quien va por ahí con sus ocupaciones,
y cada cual va haciendo lo mismo,
sin levantar la mirada,
caminando hacía un abismo.