Adoro sus miradas, serenas, misteriosas,
me atraen sus figuras, con místico arrebol;
me encantan sus sonrisas, semejan regio sol,
con rayos luminosos de estrellas vaporosas.
Navegan mis ensueños en nubes majestuosas,
y siento sus efluvios, de hermoso girasol;
y miro en sus pupilas espléndido farol,
que inspiran mis poemas con auras muy grandiosas.
Sentirlas que respiran tan cerca de mi oído,
besar sus tersos cuellos, palpar su juventud;
es gracia que me dieron los dioses del amor.
¡Y vivo de sus cuerpos el cielo prometido
con esas sus cadencias de excelsa magnitud;
que llenan mi existencia con mágico candor.
Autor: Aníbal Rodríguez.