“uno debería simplemente aparecer del aire diez días antes de morir”
tiempo de sobra para reír,
dar un abrazo,
probar un beso y brindar un trago,
fumar tabaco, cantarle al mar,
enamorarse y luego llorar;
mirar el sol cuando va cayendo
y oír los montes amaneciendo.
luego morir,
sin despedidas;
sin una huella que se haga herida
evaporarse como los mares,
sin flores lúgubres, sin altares,
volver al aire y hacerse voz,
romper las nubes y ver a Dios.
Ardego 2009. sept 10.