La rutina consume las fuerzas sin ver ningún logro;
eso de cargarse de tantas tareas infructuosas
que a la larga perjudican y no dejan avanzar…
se deja lo más por lo menos, sin victoria alguna;
se vive de puro aliento sin que fluya los nobles
sentimientos, agobia el cansancio y se van los sueños…
Se va perdiendo el alma haciéndose trizas… en ese
remolino que se llama vida, devora con su inmensidad;
como un lobo hambriento devora a su presa entre sus fauces.
La inspiración huye, y la creatividad sale por la ventana;
el cansancio invade el ser y el espíritu se resiste a ser aplastado
porque no concibe acabar sin pena ni gloria, pero no se basta a sí mismo.
¡Ah vida! que sin jalarte las riendas llevas a tus pasajeros
por sendas lúgubres y extrañas, abarrotadas de desasosiego;
eso no puede ser vida, sino la tomas por los cuernos y de ella te adueñas.