Al Talador de Cortázar; a Memet, por La misión de un hombre
Vengan,
arránquenme las manos
de trabajar, los pies
que ya son camino recorrido, el
corazón de vivir y
matar, un ojo, el oído,
incluso lo que más duele-
que no duele tanto
en realidad-; pero
que nadie se atreva a
cortarme las alas de
niño, esas que algunos se
arrancan por temor hacia
ellos mismos
el hombre debe inventarse
para luchar por el mundo que
lo privó de la mano, del
pie, del corazón;
el NIÑO crea
un mundo nuevo por el que
valga la pena morir, donde
morir sea el amor.